El ritual de la queimada gallega es una de las tradiciones más antiguas que se conserva en Galicia. De origen incierto, hay quienes afirman que procede de los antiguos ritos paganos celebrados por los celtas.
Aunque se puede practicar en cualquier momento del año, es posible que el verano sea la época más propensa a la celebración de este rito. Cualquier reunión social o evento familiar constituye la excusa perfecta para preparar una queimada y recitar el conjuro que la acompaña.
Si tienes ocasión de visitar Galicia y quieres disfrutar de este espectáculo mágico, sigue leyendo. En este artículo te explicaremos qué es la queimada galega, cuál es su historia y qué es lo que la hace tan especial.
La queimada es una bebida alcohólica que se prepara con aguardiente de orujo gallego, azúcar y corteza de limón o naranja. En ocasiones, y dependiendo de quién y dónde se prepare, se le añaden granos de café.
No se conoce el origen de la queimada gallega, pero existe la creencia de que procede de la tradición celta. Los rasgos paganos de la celebración, el misticismo, las meigas y brujas y las creencias en espíritus del Más Allá son aspectos arraigados en la cultura celta.
Carlos Alonso del Real, catedrático de prehistoria de la USC, afirmaba que el origen de esta bebida tenía que remontarse, al menos, a la Edad Media (siglos XII-XIII). El principal motivo es que considera que no podría haberse realizado la destilación del aguardiente sin el uso del alambique, cuyo origen es árabe. Asimismo, fueron los árabes los que introdujeron en la Península Ibérica el azúcar de caña, uno de los principales ingredientes de la queimada, por lo que es muy difícil que los antiguos celtas pudiesen haber preparado una bebida como la queimada.
En la Galicia más rural era habitual el consumo de aguardiente de orujo sin quemar para combatir síntomas gripales o catarros. A mediados de los años 60 del siglo pasado comenzó a popularizarse el consumo de queimada en eventos sociales o reuniones familiares. Si por algo son conocidos los gallegos es por lo mucho que les gusta unha boa festa (una buena fiesta), por lo que no es de extrañar que esta costumbre de celebración se extendiese rápidamente.
Así, se popularizaron las ollas de barro cocido con cucharones y tacitas a juego. Si visitas una casa de aldea gallega es difícil no encontrar uno de estos recipientes coronando un aparador en la cocina o a los pies de una lareira.
Para la preparación de la queimada es necesario un recipiente de barro cocido. Existen unas ollas de barro diseñadas específicamente para la elaboración de la queimada, pero podría servir cualquier tipo de recipiente, siempre que sea de barro cocido. En él se debe verter el aguardiente, el azúcar, la ralladura del cítrico que se haya escogido, y se remueve bien.
Con ayuda de un cucharón (también de barro) se recoge una pequeña cantidad de la mezcla sin limón o naranja. Se mojan los bordes del cucharón con la bebida y se prende fuego.
Cuando comience a arder se introduce el cucharón en la olla grande, para que las llamas se extiendan por toda la superficie. Se revuelve muy despacio, rellenando el cucharón y vertiendo el contenido sobre la olla, dejando que las llamas suban. Es importante tener cuidado y no recoger el azúcar del fondo del recipiente.
Pasados unos minutos, se vierte azúcar en el cucharón y se calienta en las llamas mientras se tuesta. Este paso hay que repetirlo varias veces, para dejar que el azúcar se caramelice y de un toque tostado a la queimada.
En alguna receta encontraréis que se recoge el azúcar del fondo de la olla, se escurre bien el aguardiente, y se calienta el cucharón en las llamas. Ambas opciones son válidas. Lo importante es que se haga repetida y lentamente, siguiendo el ritual.
Cuando las llamas adquieran el color azulado tan característico, puedes dejar que se consuman o apagarlas. Lo ideal es que la mezcla arda sobre 15-20 minutos. Así, no se consumirá todo el aguardiente.
La queimada debe servirse en tazas (cuncas) de barro y es importante tomarla caliente.
“Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas, feitizos das mencinheiras.
Pobres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas.
Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregon da morte, foucinho do satiro e pe do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satan e Belcebu, lume dos cadavres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida.
Barriga inutil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira, guedella porra da cabra mal parida.
Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxiran as bruxas acabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.
¡Oide, oide! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando asi purificadas.
E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora, facede cos espritos dos amigos que estan fora, participen con nos desta queimada.“
“Buhos, lechuzas, sapos y brujas.
Demonios maléficos y diablos, espíritus de las nevadas vegas.
Cuervos, salamandras y meigas, hechizos de las curanderas.
Podridas cañas agujereadas, hogar de gusanos y de alimañas.
Fuego de las almas en pena, mal de ojo, negros hechizos, olor de los muertos, truenos y rayos.
Ladrido del perro, anuncio de la muerte; hocico del sátiro y pata del conejo.
Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo.
Infierno de Satán y Belcebú, fuego de los cadáveres en llamas, cuerpos mutilados de los indecentes, pedos de los infernales culos, mugido de la mar embravecida.
Vientre inútil de la mujer soltera, maullar de los gatos en celo, pelo malo y sucio de la cabra mal parida.
Con este cazo levantaré las llamas de este fuego que se asemeja al del infierno, y huirán las brujas a caballo de sus escobas, yéndose a bañar a la playa de las arenas gordas.
¡Oíd, oíd! los rugidos que dan las que no pueden dejar de quemarse en el aguardiente quedando así purificadas.
Y cuando este brebaje baje por nuestras gargantas, quedaremos libres de los males de nuestra alma y de todo embrujamiento.
Fuerzas del aire, tierra, mar y fuego, a vosotros hago esta llamada: si es verdad que tenéis más poder que la humana gente, aquí y ahora, haced que los espíritus de los amigos que están fuera, participen con nosotros de esta queimada.“
El objetivo principal de la preparación y consumo de la queimada es ahuyentar a meigas y malos espíritus que nos acechan, y atraer a los buenos. Se suele elaborar por la noche, tras la cena (la ceremonia es más llamativa si se hace a oscuras). Reunidos en torno a la olla de barro, todos los asistentes serán testigos de cómo el maestro de ceremonias prepara la queimada. Cuando las llamas se vuelven de color azul y el fuego comienza a apagarse, es el momento de recitar el conxuro (esconxuro) de la queimada.
La tradición ancestral de la que procede la queimada fue trasladando la costumbre de, mientras se preparaba, se recitaban conjuros y cánticos compuestos expresamente para la ocasión.
El conjuro que hoy se conoce como o conxuro da queimada (conjuro de la queimada) fue escrito en los años 60 en Vigo por Mariano Marcos Abalo, con motivo de una fiesta de juegos florales tradicionales. A mediados de los años 70, Marcos introdujo referencias al Diablo (Satán y Belcebú) ´y empezó a recitarlo de forma teatral mientras preparaba la queimada.
Según manda la tradición, el conjuro debe recitarse en voz alta mientras se prepara la queimada. Así se ahuyentarán a meigas y espíritus malignos que merodean, y se podrá atraer a los espíritus bondadosos.
Si nunca has presenciado una celebración en la que se elabore queimada recitando el conxuro es normal que no comprendas qué tiene de especial. Si tienes ocasión de visitar Galicia, infórmate de dónde puedes presenciar una representación del conjuro de la queimada. El ambiente mágico que se crea, las llamaradas de color azul, el fuerte sabor del aguardiente y la atmósfera de meigas, sapos y Santa Compaña conseguirán embaucarte en una antigua tradición rodeada de todo tipo de leyendas.